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4-5 Aquella noche, el rey y sus hombres de guerra abrieron una brecha en el muro y huyeron hacia el Arabá, a través de una puerta que había entre el doble muro, junto al jardín del rey. Las fuerzas babilónicas que rodeaban la ciudad lo persiguieron y lo capturaron en la llanura de Jericó, y todos sus hombres se dispersaron. Fue llevado a Riblá, donde fue juzgado y sentenciado delante del rey de Babilonia. Lo obligaron a presenciar cómo mataban a sus hijos, y luego le sacaron los ojos y se lo llevaron atado con cadenas a Babilonia.

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